Sunday, April 03, 2005

No somos chinos

Reviso el periódico de hoy. Un solo cuerpo de cuarenta páginas: nacional, internacional, economía, opinión, deportes, literatura, Go y ajedrez, radio y televisión, más tres páginas con noticias de la zona. Lo miro y remiro y no consigo la página de Sociales para enterarme de que el noviazgo del hijo del presidente de Sony con la simpática Miss Kyoto 99 “culminó” en una elegante boda celebrada en la quinta Mikimoto. O que la dinastía Toyota anda como mono con huevo por el nacimiento de su más reciente heredero, ¿recuerdan que hace tres meses la hoy feliz madre fue objeto de un cálido babyshower organizado por su suegra y cuñadas? No hay forma de enterarse de que el heredero de la embotelladora Kirin acaba de recibir su diploma que lo acredita como Economista, ni que a la dulce tuñeca de los dueños de Kyocera le celebraron sus quince años con fiesta en el Club, reloj Rolex y tour chaperoneado por Europa. En fin, que uno en el país punta de lanza en informática está totalmente a oscuras y sumergido en la más abyecta ignorancia respecto a qué hace, cómo viste, con quién parrandea y a qué brinda la élite del imperio. ¿Cuesta imaginarlo? Más cuesta explicarle a un japonés por qué, para qué y para quién existen las páginas de sociales en los periódicos criollos, desde el más vendido y con mayor cobertura nacional, hasta el más modesto y de tiraje estrictamente local. Hay que decirle que se imagine a alguien que lucha y se esfuerza por alcanzar el éxito y por subir hasta la cima de ese pequeño Avila desde el cual mirará al resto de los mortales menos esforzados y sortarios y que cuando llega se consiga con que no tiene a quién mostrase ni frente a quién alardear. Así no vale la pena el triunfo. Así no juego.

Hay que explicarle también que este fenómeno es producto de un violento proceso de conquista que trajo un indeseable transplante cultural, como bien lo muestran los viejos ejemplares de ¡Epale! que se encontraron en la Pinta. Hay que aceptar, también, que si nos hubiese conquistado otro pueblo no tendríamos mejores costumbres. Fíjense en los periódicos de Hong Kong que son igualiticos, pero más difíciles de leer. Mucho gente linda con copa en la mano y joyas en el cuello. Las semejanzas terminan ahí porque aunque la jái hongkonesa es tan alcamonera, exhibicionista y ansiosa por medir su éxito y felicidad en centímetros cuadrados de cobertura periodística como la que más, también es demasiado flemática y defrost como para andar alternando en una fiesta con un reportero que vive de un sueldo o con un fotógrafo de pocos modales, de esos que se quedan bebiendo whiskey y comiendo tequeños de camarón hasta que se va el último invitado y su chofer.

La elegante solución, prontamente a ser exportada a otros círculos high del orbe, es que antes de la fiesta hay una pre-fiesta de utilería en la que cronistas tienen oportunidad de tomar sus notas reportando del agradable sarao en casa de los distinguidos señores Won, mientras los fotógrafos toman miles de fotografías de las bellas damas y elegantes caballeros en poses de disfrute muy natural. ¡Gracias! ¡Gracias! Muy amables. Ahora ténganse la amabilidad de dejarnos solos y pasen a este saloncito en el que serán atendidos por un ratito más a punta de cervezas y lumpias. Los verdaderos señores pasan, ahora sí, a la verdadera y exclusiva fiesta y todo mundo, incluyendo al público lector queda satisfecho. Se rumora que en el caso de que la gente “imprescindible” no pueda apersonarse a la pre-muestra, se dispone de figuras de cartón tamaño y pose natural, que brindarán a los asistentes la impelable oportunidad de tomarse una foto departiendo con Madama Tal o el Doctor Pascual.

Hay que ver que estos chinos si inventan.Se sospecha que en la mitad de las fotos que circulan por los altos círculos hongkoneses, uno, dos o todos de los personajes son bidimensionales y, como los zapatos de Manacho, de cantón, de cantón.

mc

Publicado en el diario El Mundo

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