Saturday, December 25, 2004

Tiempo para todo

Claro que tienen cabida, ¡todas las festividades del mundo tienen cabida en Japón! Pero eso si, todas son debidamente transformadas y simplificadas para que quepan en el apretado calendario nipón, que tiene que lidiar con mil y una fiesta: autóctonas e importadas, recientes y milenarias, religiosas y paganas, todas igualmente importantes para la economía nacional y para el bienestar emotivo de la población. Tómese, por ejemplo, la Navidad, que comienza en ciertos países que no voy a nombrar a golpe del día de los difuntos y no para hasta un poco antes de Carnaval, con un Chucho ya zagaletón. Aquí, en Japón, uno no ha tenido tiempo de estar hasta aquí del feliz navidá, feliz navidá de José Feliciano cuando llega el 25 y ¡¡¡ZUAS!!! y me lo apagaba. Hay que salir corriendo a recoger y guardar lucecitas y arbolitos de plástico verde o blanco, cambiar toda la programación de radio y televisión y olvidarse de toda alusión pascual angulo. Con un toque de varita mágica lo que ayer eran pinos y avisos de anime con merry christmas, aparece el 26 cubierto de bambú y ramitas de pino arregladas a’la nipona. Donde usted veía ayer un delgado san nicolás repartiendo pizzas, hoy le trae la pizza un mono verde, animal que según el horóscopo chino presidirá el año próximo. Donde usted veía avisos ofreciendo pollos al horno, versión minituriarizada de los horribles pavos al idem, ahora ve anuncios de cocina o-sechi, un sinnúmero de platos cada uno con un significado de lo más poético y que no le gustan a nadie, pero que hay que comer por guardar la tradición. Donde usted admiraba obras de repostería de tortas navideñas, ahora ve unas bolas de arroz adornadas con mandarina, símbolos del nuevo año. Con decir que hay un dicho milenario que dice que la mujer es como la torta de navidad, que después del 25 hay que venderlas a mitad de precio para que alguien se las pueda llevar. Aclaro, antes de que alguien se ofenda, que nada menos alejado de la realidad: hay mujeres muy baratas mucho antes de los 25 y otras que a los 50 son como el diamante azul. De más esta decir que nunca superará este dicho ofensivo y simplista a su equivalente criollo, aquel que, utilizando el sutil artificio de comparar a la mujer con la hallaca, advierte sobre los riesgos que corre la inocente hallaca oriental.

M.C.Valecillos

26 Diciembre 2003

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