Wednesday, May 05, 2004

Madre

Admiro esa capacidad que tienen los japoneses para tomar cualquier cosa, pulirla y mejorarla de tal manera que el resultado siempre es mejor y más barato que la versión original. Unos dicen que es simple “copionetería” pero me gustaría oir acerca de este tipo de mejoras en Hello Kitty o en el walkman. O en el clip para papel, o en el plagatox en espiral. En el plano, no ya de la tecnología sino de la cultura, encontramos un clásico ejemplo de reingeniería en el día de las madres. Han disectado el día, quitado lo superfluo y confuso, vuelto a armar reducido a las líneas más elegantes y añadido una pizca de originalidad para complacer a los más exigentes. Comencemos por el objetivo del día: la madre. “Madre hay una sola” dice la frase que no dice nada. Puro romanticismo empalagoso, en el que nos sumergimos para redimir nuestras culpas. Madre hay una sola, sí, una sola: la suya. Nada de andar celebrando el día de cuanta mamá se nos ponga por enfrente o se nos haya atravesado en la vida. Nada de tías, abuelas, madrinas o, discúlpeseme la palabra, suegras. Nada de la mamá de fulanito que “tanto me lo enseñó” o de la maestra aquella que me ayudó a dar los primeros pasos. No, usted tiene su mamá y punto. Y si no la tiene, también: punto. Final. Cierre los ojos e imagínese la belleza de tamaña simplificación. Ni un televisor de pantalla líquida. ¿Perfeccción? Todavía no.

La perfección se alcanza con una pequeña variante: a la mamá no se la felicita el día de la madre, porque si a ver vamos ¿cuál sería la causa de tal felicitación? ¿La está usted felicitando por ser mamá? ¿mamá de quién? ¿mamá de usted? ¿y usted es así como tan gran cosota como para que ella tenga que ser felicitada por tenerlo a usted? ¿Vio que ya llegamos a una gran contradicción? En la tierra del sol naciente el hijo no dice “felicitaciones mamá” el hijo, o la hija, toda humildad y sinceridad viene y dice “gracias mamá”... cuando mucho y cuando ya están grandecitos. Porque uno puede fingir amor con un regalo, puede obligarse a dar muestras de amistad con una tarjeta, puede aparentar satisfacción plena con un suspirito, pero nada más feo que un agradecimiento obligado o fingido. He aquí el núcleo y la maravilla del día de las madres en el archipiélago: que es un día para agradecerle a las mamás que sean las de uno. Uno agarra esa frase y hace acopio de toda la valentía del mundo para decirla: !Gracias, mamá¡ . Ahora que si además decide regalarle una plancha ya eso no es culpa de nadie.

M.C.Valecillos

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